lunes, 25 de abril de 2011

Caimán






De los días que estuve ahí recuerdo muy poco. Quiero decir, no quedan demasiados detalles.



La mente a menudo nos juega malas pasadas. Recuerdo andar sin rumbo, sin sentido, sobre el asfalto falso que cubría el camino. Recuerdo sentir la libertad y volcar mi capacidad comunicativa con aquella gente. Recuerdo su color de piel. La fortaleza del andar.


Sé lo que ustedes pensarán - no es más que una niña asustada cuando vuelve al mundo real-, pero no. No es eso. Después de todo, ahora el sentimiento es de calma y seguridad. Y esa calma y seguridad que vivimos aparentemente en las ciudades es la que más asusta.

Ahora sólo puedo pensar en lo crudo que se vuelve todo, en que hay dos mundos distintos.

Una sonrisa aquí puede pasar desapercibida. Allí se convierte en un tesoro natural.




Hoy soñé una niña y un caimán.






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